El
síndrome de la sala de espera médica
Esta semana me encontraba
en una sala de espera del hospital para que me hicieran un ecocardiograma y el
control del DAI (Desfibrilador Automático Implantable) cuando me pasó por la
cabeza las veces, cientos, que me he encontrado en esa situación, esperando. O
bien para para que me realizaran una prueba, aplicaran un tratamiento, o una visita
médica. Y ese tiempo de espera es lo que quiero investigar aquí. ¿Qué me sucede
en ese tiempo de espera? Y de esta manera compartir aquello que puede también resonar
en otros, o evocar situaciones similares.
Sentado allí me vino el
recuerdo de los pensamientos y sensaciones que durante tanto tiempo aparecieron,
y que ahora pude contemplar con serenidad, después de ver, darme cuenta y
entender lo que estaban indicando. Observé como me encontraba antes de entrar a
la consulta y después de salir. Viendo que en algunas ocasiones mi calidad de
vida quedaba condicionada por los datos clínicos que recibía del médico, y que
en varias ocasiones cambiaron drásticamente mi futuro. De hecho, tuve que reorientar
mi vida profesional y abandonar mis estudios por mi salud. Claro está que no
siempre tiene que ser así, lol, pero es muy probable que un día muchos de
nosotros nos veamos a la “espera” de recibir un diagnostico que dé un giro a
nuestra vida.
Lo que aparece en la mente
de uno durante esos momentos previos se podría denominar como “el síndrome de la sala de espera médica”.
Allí uno experimenta las consecuencias de sus propios pensamientos y
sensaciones: ansiedad por conocer si tengo o no una determinada enfermedad, o
si esa enfermedad puede ser más o menos grave, ansiedad por no saber cómo está
evolucionando una enfermedad diagnosticada, miedo a empeorar, miedo al
sufrimiento, miedo al futuro, miedo a la muerte, miedo a no saber adaptarte a
la nueva condición física, darte por vencido, falta de confianza en uno mismo
por no saber cómo lidiar con los resultados, imaginación pesimista y en
ocasiones fatalista, sentirse víctima del destino, desamparo, incomprensión,
verte en el final de tus días, etc. En definitiva, todo un catálogo de
pensamientos que le hacen sentir a uno impotente ante la falta de habilidades
por no saber conducirse ante lo que se avecina.
Uno no se da cuenta que
está desarrollando impotencia, solo se rebela e inicia un proceso de duelo ante
esa pérdida de salud. Creyendo que solo puede adoptar una actitud pasiva,
diciéndose así mismo: “no puedo hacer nada más”, y ver lo que pasa. Es un
mensaje que se da uno mismo donde desconecta la posibilidad de tomar las
propias riendas de su vida y hacer lo que decida. De alguna manera uno se
siente poseído por sus propios fantasmas que en forma de pensamientos aparecen
en su mente, y es complicado y laborioso deshacerse de ellos.
Lo que he encontrado como
experiencia es que lo relevante no es lo que nos sucede, sino como lo vivimos
dentro de nosotros, y eso es responsabilidad de cada uno, De ahí la conocida
frase de “Lo importante no es lo que nos
ocurre, sino como actuamos ante ello”. El primer paso es comprender la
condición humana y tener en cuenta la imprevisibilidad de la vida, para no
autoengañarnos ni hacer falsas valoraciones sobre quiénes somos y lo que nos
pasa. Es decir, que haya un deterioro de nuestro cuerpo, caigamos enfermos, o
tengamos un accidente entra dentro de lo que hoy denominamos como
acontecimientos probables en la vida. Por lo tanto, no nos debemos extrañar que
nos suceda también a nosotros, a mí. Pero entiendo que se nos olvide en esos
momentos y que no todo el mundo esté dispuesto a aceptarlo como parte de la
experiencia humana, por la educación y cultura que recibimos.
Claro, uno lo puede
entender, pero el problema es cuando me toca mí, jejeje. Lo acepto en los demás
como algo natural, pero coño, ¿por qué a mí? Y en esa respuesta he estado
entretenido, cuando no anestesiado, a través de múltiples visiones religiosas,
espirituales, reencarnacionistas, karmicas, escuelas de conocimiento etc, Y me
di cuenta que esas creencias me separaban más de lo que tenía que afrontar. Así
de sencillo, pues en definitiva lo que quería llenar era una falta de sentido.
Y esa falta de sentido es la que moviliza a una mente inquieta a moverse por
senderos, que según he visto en mí, me alejaron de una respuesta que me apoyara
de manera perdurable y satisfecha.
Ya he dado algunas de mis
respuestas arriba cuando he indicado de como uno tiene que asumir la propia
condición humana. Apuntaré otras: la propia biología, genética, o estructura
física, la fricción entre la mente y cuerpo. Es decir la psicosomática, de cómo
la manera de pensar y sentir afecta a diferentes partes del cuerpo; y también
del efecto de estar expuesto a ambientes tóxicos. Tampoco nos podemos olvidar
de las condiciones de vida que hemos creado: guerra, hambre, esclavitud, etc.
Todo ello forma parte de lo que denominamos el “estilo de vida” en la Tierra.
Buffff, ¿me he ido un poco
lejos de la sala de espera, no?, lol.
Por último, y a raíz de mi
proceso de aprendizaje de la Comunicación No Violenta (CNV), quiero compartir
mi enfoque sobre las respuestas que uno puede encontrar a través de esta
visión. Su creador Marshall Rosenberg, dice, según entiendo, que cuando
emitimos un juicio o una evaluación al observar una situación, reaccionamos con
un sentimiento de insatisfacción que manifiesta una necesidad no cubierta.
Entonces a la luz de esta afirmación he investigado sobre el origen de todos
esos pensamientos y sensaciones que aparecieron en las salas de espera al
evaluar el momento en que me encontraba. La cuestión sería descubrir cuáles eran
las necesidades* que estaban latentes y no fueron satisfechas cuando
aparecieron todas estas reacciones de miedos e incertidumbre.
Y lo que he encontrado es
algo muy sencillo, a priori, primero, una necesidad de autocomprensión, encontrar una justificación de la situación. y
aquí encontré que en ocasiones me vi dentro de la culpa y la vergüenza. Culpa
por sentirme responsable de aquellas cosas que sucedían en mi cuerpo, incluso
siendo adolescente. Y vergüenza, por tener que llevar sobre mí la marca
evidente y temprana del deterioro físico, y en eso verme inaceptable, sentir
rechazo de mi propio cuerpo y de la imagen que daba. Interesante! La propia
incomprensión de lo que me sucedía desencadenó en mi sistema de conciencia
todos estos pensamientos e ideas inconscientes y como de ello solo vi la punta
del iceberg, la culpa y la vergüenza. Y de ahí un rechazo hacia mi propio
cuerpo. Por lo tanto, insatisfacción y decepción por la propia vida, con todas
las consecuencias que se derivaron y que ya he explorado y perdonado, lol.
Otra de las necesidades que
veo no cubiertas entonces y que desencadenaron múltiples reacciones fue la
necesidad de proximidad, está claro
que yo mismo no fui capaz de dármelo por lo que he dicho antes sobre la falta
de comprensión, rechazo a mi propio cuerpo, por lo tanto, ausencia de intimidad
conmigo mismo, de asumir mi propia corporalidad. De manera que esa lejanía de
mí mismo, me llevó a iniciar una búsqueda lo más lejos posible: el cielo, lo transpersonal,
lo esotérico, lo espiritual, lo oculto, etc. Sin darme cuenta que el punto de
partida de esa búsqueda no era más que una carencia y una insatisfacción.
¡También Interesante!, lol. Aquí una reflexión sobre cómo iniciamos diversos
caminos pensando que estamos a la búsqueda de nosotros mismos, y lo que
hacemos, en realidad, es huir.
Y por último una necesidad
que incluye las dos anteriores de comprensión y proximidad, que es la falta de sentido. Que indicaba una manera poco satisfactoria
de ver las cosas, y no estar atento a mis sentidos corporales, mi sentir, contactar
con mi cuerpo, observar en mi cuerpo lo que me estaba sucediendo.
Por último, una propuesta,
una palabra que representa lo que uno puede hacer en estas situaciones, además
de investigar en su mente, y es vivir desde el presente aquí. Es de lo único
que disponemos para actuar, lo demás el pasado y el futuro existen solo en
nuestra mente. Y aunque soy consciente de que el presente es en gran parte las
consecuencias de las decisiones, pensamientos y emociones que hemos aceptado y
permitido en el pasado, también existe otra manera de vivirlo:
Presente: Estar aquí en y como lo físico y desde la situación personal
en la que me encuentre, hacer lo mejor que está en mis manos para mí y para
todos por igual. Siendo consciente que en el aquí hay una parte de la que no tengo control, de la misma manera
que no tengo control en este momento de los movimientos involuntarios del
corazón, pulmones, intestinos, así como de los procesos bioquímicos y
eléctricos de mi organismo. Pero darme cuenta también que puedo ayudarme y darme empatía mediante
mi estilo de vida, alimentación, pensamientos y sentimientos a que esas
funciones actúen en las mejores condiciones posibles.
Gracias por leerme!
*Por necesidades la CNV entiende aquellas expresiones intrínsecas en el
ser humano que son universales e impersonales que hacen referencia a la
autonomía, nutrición, esparcimiento, integridad e interdependencia.